“No soy peligroso...estoy en peligro.”
Los chicos del barrio espían la escuela desde el año 2003, entran por los agujeros del alambrado para juntar nueces, mandarinas y ciruelas. Cuando nos ven salen corriendo. Algunas veces si nuestro tono invita se quedan y conversamos un poco, otras veces tiran piedras desde la calle, pero nunca lastimaron a nadie.
Después de tantos años...de preguntas nudos impotencia de no saber como hacer...hoy 18 chicos estaban en la escuela festejando el cumpleaños de Thiago, el hermanito de Franco, que concurre a los talleres de verano... No puedo atribuir estos cambios sólo a nuestra paciencia impaciente por querer que las cosas cambien...que sean niños los niños... Me hace bien reconocer una política de estado que provoca una onda expansiva que se ve reflejada por medio de acciones y herramientas que cada vez están más cerca de quienes las buscan. Hicimos varios intentos en estos años...desde la escuela tomando contacto con los chicos del barrio por medio de talleres huerta arte que tuvieron un tiempo de duración… nos faltaba apoyo, ya que todo era y es a pulmón en ese momento se sumaba el armado de la escuela primaria.
-Taller de verano 2011-AHU-Acompañamiento a familias-
La propuesta fue trabajar con 25 familias del barrio. Cuando me enteré que había fondos para el proyecto de talleres, algo para profesores y materiales me entusiasmó el hecho de ser reconocidos en este trabajo de acompañar y dar contención a situaciones familiares tan difíciles. Cuando ordenaba los lápices nuevos, las pinturitas, las hojas, las temperas, todo nuevo...se me cayeron las lágrimas porque sentí que no teníamos que juntar materiales descartables o contar la plata que te queda del mes para ver que podés comprar. Bueno, me dio mucha expectativa.
Los talleres comenzaron para reyes el 6 de enero...Elegimos el cuento “Irulana y el Ogronte” de Graciela Montes. Es la historia de un pueblo un monstruo y una niña que cree que se pueden fundar pueblos sin Ogrontes. La idea era trabajar con los nombres de cada uno presentarnos y reconocernos. Trabajamos plásticamente. Cada uno pintó y decoró su nombre luego armamos un tren enganchando los nombres con lanas... “El tren de los sueños” recorrió la escuela y funcionó en todas las salidas de los talleres, era la despedida. Le sumamos campanas bocinazos risas gritos y peleas de todo tipo...en el portón besos y el trencito lo guardamos en una caja hasta la próxima.
El grupo de niños que concurrió a los talleres de edades entre 3 y 14 años, varios hermanos, los más grandes a cargo de los pequeños y algunos primos entre sí.
Después del taller se iban todos al comedor de la escuela 20 con serias promesas de volver.
Enseguida se sintió la pertenencia, cuando todo “calza” justo...los niños y los adultos a cargo de los talleres...
Personalmente me volvía a casa muy emocionada, llena de sensaciones amorosas y de ganas de seguir luchando por ratos de encuentros y felicidad inesperada. Los y las chicas mostraron mucho interés en las propuestas, en todas: plástica, arcilla, juegos, bailes, charlas espontáneas con la sorpresa y la motricidad que tienen los niños de jardín infantes (aún en los más grandes). Conversamos sobre las consignas qué significan para qué sirven ya que hay que organizarlos casi todo el tiempo debido a los códigos de violencia física y verbal instalados en ellos. Esto llevó también a revisar consignas entre los adultos como grupo de trabajo, más allá de las resistencias del ego, fue muy enriquecedor en el sentido de sentirnos incompletos y permeables con mucho que aprender en estas travesías. Una vez más el “enseñar a aprender” se rebela a la verticalidad, se muestra orgánico, participativo… sin edades ni títulos.
Dibujaron, pintaron, modelaron arcilla, bailaron, participaron de juegos grupales, festejamos cumpleaños, expresaron sus habilidades, inquietudes, su delicadeza para pegar las brillantinas en sus trabajitos, ¡Qué bueno percibir esa delicadeza en medio de tanta brutalidad que les toca vivir (padres presos, hermanos enfermos, abusos, paco, droga, discriminación, la vergüenza de ser “niño pobre con garrapatas en el pelo”... Como dice la canción... “niño silvestre ronda la calle...falta amor...mucho amor…” Abuelo, mamás, papás, tías, vinieron al cierre del taller a armar la red con lanas... a presentarnos a reconocernos.
Gracias a todos mis compañeros: Haydée, Viviana, Claudia, Silvia, Nazarena, Emiliano, Federico y Marisa.
Marta Lazzari .
-Docente Tallerista.-